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Drago Canarias plantea una batería de seis medidas para afrontar el abandono de tierras

Los pilares para la recuperación del campo en el Archipiélago deben ser la creación de planes formativos y laborales, el apoyo institucional y la gestión comunal de las tierras.

Carmen Peña, Portavoz Nacional de Drago Canarias: "las tierras abandonadas suponen un alto riesgo para el medio rural en forma de plagas, fauna asilvestrada e incendios".

El Bloque de Vida Rural de Drago Canarias definió recientemente una hoja de ruta con seis medidas para tratar de solucionar el problema de abandono de tierras de cultivo en el Archipiélago, que según datos oficiales del Gobierno de Canarias ya supera el 60 % de las tierras aptas.

Para Drago Canarias, una parte importante de la solución debe pasar por la creación de planes formativos y laborales sólidos, con nuevos itinerarios de FP y PFAE que combinen teoría y práctica en parcelas-escuela. Y a su vez, se requiere de apoyo institucional para cuestiones como la creación de inventarios insulares de terrenos abandonados o la apuesta por circuitos cortos de comercialización, facilitando a agricultores y agricultoras la logística, la distribución y el marketing.

Asimismo, el otro pilar en el que se debe basar la recuperación de tierras en el Archipiélago debe ser la colectividad. Para ello, se propone la creación de oficinas insulares de gestión comunal de tierras y la puesta en marcha de mesas locales —con vecinos, instituciones y cooperativas para definir qué tierras recuperar, qué cultivos priorizar y qué beneficios sociales se esperan—.

En este sentido, la Portavoz Nacional de Drago Canarias, Carmen Peña, alertó de que un 60 % de tierras abandonadas "suponen un alto riesgo para el medio rural en forma de plagas, fauna asilvestrada e incendios" y añadió que "es el momento de pasar de la denuncia al diseño de soluciones concretas, realistas y transformadoras, apoyadas en la investigación académica y en experiencias de éxito en otros territorios".

Batería de medidas propuestas por Drago Canarias

1. Bancos de tierras con inventario y oficinas de intermediación

El primer paso no es sancionar, sino conocer la realidad. Se propone un informe diagnóstico unido a un inventario insular de terrenos abandonados que no se limite a contabilizar hectáreas, sino que analice también las causas del abandono: herencias compartidas, falta de agua, problemas de acceso, ausencia de relevo generacional o inseguridad jurídica. Para ello, es clave abrir un diálogo con las personas propietarias, recogiendo su visión y buscando soluciones conjuntas.

Este inventario debe sostener un Banco Insular de Tierras como herramienta pública para poner las parcelas en uso, acompañado de oficinas de facilitación e intermediación legal y administrativa que ayuden a resolver conflictos de propiedad, herencias o cesiones. Solo así podremos reactivar miles de hectáreas hoy improductivas.

2. Gestión comunal de tierras: crear estructuras nuevas donde hoy no existen

En Canarias, el minifundio y la fragmentación de la propiedad hacen inviable la explotación individual de muchas parcelas, pero a diferencia de otros territorios del Estado, aquí apenas existen cooperativas agrarias o ganaderas fuertes que puedan asumir la gestión conjunta. Por eso, la prioridad debe ser crear desde cero las estructuras de gestión comunal que hoy faltan.

Proponemos que los cabildos y ayuntamientos impulsen oficinas insulares de gestión comunal de tierras, que actúen como catalizadores para:

- Organizar a personas propietarias y trabajadoras del campo interesadas en ceder o poner en producción sus parcelas.

- Impulsar la constitución de asociaciones o cooperativas de nueva creación, apoyadas inicialmente con recursos públicos, asesoramiento técnico y acompañamiento legal.

- Contratar personal agrónomo y gestor que planifique la producción, coordine a las personas trabajadoras y garantice la viabilidad económica de los proyectos.

El reparto de beneficios debe quedar regulado desde el inicio, mediante contratos de varios años que den seguridad a personas propietarias y agricultoras. Todo el proceso ha de impulsarse con diálogo y pedagogía, de forma que se entienda como una oportunidad colectiva y no como una amenaza para quienes ya trabajan sus fincas, centrándose principalmente en terrenos hoy en abandono.

3. Innovación social: arraigo y lucha contra la despoblación

Recuperar tierra no es solo una cuestión económica, también es social y cultural. Cuando la comunidad participa en el diseño del futuro de su territorio, el arraigo se fortalece y la despoblación se frena.

Por eso, proponemos crear Mesas Locales de Tierras Vivas en cada comarca canaria, espacios de encuentro donde vecinos, instituciones y cooperativas definan juntos qué tierras recuperar, qué cultivos priorizar y qué beneficios sociales se esperan.

Este enfoque fomenta la identidad rural compartida, promueve la participación de mujeres y jóvenes y convierte la recuperación de la tierra en un proyecto colectivo que devuelve autoestima y orgullo de pertenencia a los pueblos.

4. Formación y empleo con futuro

La recuperación de tierras debe ir acompañada de un plan formativo y laboral sólido. Proponemos nuevos itinerarios de FP y PFAE orientados a la gestión de tierras abandonadas, la agroecología, los forrajes locales y la agroforestería, combinando teoría con práctica en parcelas-escuela.

Queremos que el paso por un plan de empleo no sea una experiencia puntual, sino un puente hacia un empleo estable en cooperativas de gestión comunal y explotaciones agrarias.

Al mismo tiempo, defendemos programas de mentoría intergeneracional, donde agricultores y agricultoras mayores transmitan su conocimiento a los más jóvenes, así como políticas de apoyo a la incorporación de mujeres al campo. Todo ello contribuirá a asegurar el relevo generacional y a dignificar la vida rural.

5. Soberanía alimentaria y resiliencia

Todas estas medidas deben tener un objetivo común: reducir la dependencia alimentaria de Canarias y fortalecer nuestra capacidad de producir lo que comemos. Cada hectárea recuperada significa más alimentos locales, menos incendios, menos plagas y más empleo digno en nuestros municipios.

Pero este esfuerzo no servirá de nada si las instituciones siguen poniendo la alfombra roja a las grandes superficies que, además, tienen subvencionada la importación de alimentos. Hace falta una apuesta decidida por los circuitos cortos de comercialización, facilitando a agricultores y agricultoras la logística, la distribución y el marketing para que ellos puedan centrarse en lo que saben hacer: trabajar la tierra y producir alimentos de calidad. Solo así podremos hablar en serio de soberanía alimentaria y resiliencia para Canarias.

El abandono de tierras no se soluciona con sanciones ni con planes testimoniales. Hace falta visión colectiva, innovación social, formación y apoyo público sostenido. Desde Drago Canarias defendemos que cada hectárea recuperada significa más soberanía alimentaria, más empleo digno, menos incendios y menos despoblación. La tierra abandonada hoy es un problema; convertida en común, puede ser la base de un futuro digno para Canarias.

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