RedacciónMiércoles, 13 de agosto de 2025
Mario Suárez Rosa: "El Barco de la Virgen: entre el olvido institucional y la urgente necesidad de una fundación para su conservación"
De orgullo patrimonial a vestigio abandonado
Este barco, réplica simbólica de la Santa María, construido en 1940, es más que una escenografía de ocasión: es patrimonio vivo. Sin embargo, fuera del periodo lustral, permanece prácticamente olvidado, mal conservado y con escaso mantenimiento. No existe un plan público de restauración periódica, lo cual representa una falta de visión y compromiso.
Las instituciones, tanto locales como insulares, parecen recordar su existencia únicamente durante la Bajada de la Virgen, cuando los focos se encienden y las calles se llenan. El resto del tiempo lo ignoran. Es una actitud inaceptable hacia uno de los elementos más representativos de nuestra identidad. Lo que debería ser un símbolo cuidado con esmero durante todo el año, reposa olvidado, como si su valor solo existiera cada cinco años. Es doloroso —indignante, incluso— ver cómo la administración mira hacia otro lado, incapaz de entender lo que este barco significa para los palmeros y palmeras. El Barco de la Virgen es del pueblo. Es de cada niño que alguna vez soñó con subirse a él, de cada mayor que se emociona al verlo emprender su viaje lustral, de cada emigrante que lo recuerda con lágrimas desde lejos. Es historia viva, y la estamos dejando caer a cachos.
Una propuesta urgente: creación de una Fundación del Barco de la Virgen
Frente a esta dejadez, la ciudadanía y las asociaciones culturales deberían impulsar una respuesta firme: la creación de una fundación para la conservación y promoción del Barco de la Virgen, donde tengan cabida la administración pública y la sociedad civil.
Una entidad que no solo se encargue de su conservación física, sino también de darle vida durante todo el año. Que lo muestre, lo comparta, lo haga navegar por la historia, por la educación, por la cultura. Una entidad que contemple, entre sus objetivos:
· Garantizar el mantenimiento continuo del barco mediante un equipo técnico especializado.
· Recaudar fondos a través de donaciones, subvenciones, colaboraciones privadas y merchandising que repercutan en su conservación y mantenimiento.
· Promover y coordinar una tripulación de recreación histórica que, en fechas clave como las festividades de la Cruz, del Carmen, de Las Nieves, el Día del Corsario, etc., ejecute maniobras que mantengan activo su aparejo y velamen, dándole, además, una presencia más constante en la vida de la ciudad.
· Coordinar con el concesionario del Museo Naval el contenido educativo e histórico que acerque a residentes y visitantes la importancia del barco y su contexto, así como impulsar talleres y actividades escolares, fomentando el conocimiento y orgullo por el patrimonio local desde edades tempranas.
Además, abrir la gestión a la participación ciudadana garantiza transparencia, implicación emocional y una visión más amplia que la meramente administrativa. Existen varios ejemplos donde la sociedad civil y las administraciones públicas trabajan conjuntamente para preservar el patrimonio: la Fundación Correíllo La Palma tiene como objeto promover, diseñar y dirigir la restauración, así como gestionar el buen uso del buque La Palma; la Stiftung Passat, una fundación de Lübeck (Alemania), es otro ejemplo de trabajo conjunto para preservar el buque Passat (gemelo del Pamir) como monumento a la historia de la navegación, manteniendo y transmitiendo los conocimientos y la memoria de la época de los últimos grandes veleros.
Santa Cruz de La Palma merece respeto por su historia
Es hora de dejar de tratar nuestros emblemas culturales como decorado de ocasión. El Barco de la Virgen no es un simple objeto festivo. Es historia, arte, tradición y, sobre todo, identidad. Si las instituciones públicas no están dispuestas a asumir su deber de conservarlo, corresponde a la sociedad civil exigirlo y tomar la iniciativa.
No podemos permitir que, por negligencia, desinterés o burocracia, este símbolo acabe por deteriorarse hasta quedar irreconocible. La conservación del Barco de la Virgen no es un lujo: es una obligación moral con nuestra historia y con las futuras generaciones.
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